jueves, 31 de diciembre de 2009

All I want is you*

Ya está, ya llegó, el último día del año. Llevo semanas viendo a la gente de un lado para otro, volviéndose loca para encontrar el vestuario perfecto para noche vieja. No sé por qué tanto revuelo. Lo único que diferencia esta fiesta de todas las demás es que acabas de cenar lo que normalmente cenas en tres días y que has sobrevivido al atragantamiento de uvas. Si, es el último día del año, hay que celebrarlo en condiciones, pero al igual que lo celebras tú, lo celebran millones de personas más así que encuentras las calles repletas de gente, los bares, las discotecas… ¡todo! Y si quieres escapar de todo eso y encontrar un local decente tienes que pagar una millonada por la entrada. Así que no, yo no le veo nada de emocionante. Este año ni siquiera tengo plan. Tampoco le veo mucho sentido porque estoy más antisocial que nunca. Recuerdo un montón de fiestas de fin de año en las que he estado y todas tienen algo en común… en todas estaba él*. Mientras me comía las uvas pensaba en él*, acababa y empezaba el año pensando en él*, mi deseo éramos nosotros*, tenía planes, ambiciones, sueños… y en todos él* era el protagonista. Hace un mes que él* se fue. Sin avisar, sin despedirse, de la noche a la mañana. ¿Y yo? Yo llevo un mes con un agujero en el pecho que no me deja respirar. Me encantaba ver películas de amor, porque todas eran menos bonitas que la mía. Me encantaba escuchar canciones de amor, porque todas hablaban de nosotros. Llevo un mes sin escuchar ni ver películas y canciones de amor. Miento, ayer tuve el descuido de escuchar una canción bonita… acto seguido volvió ese dolor en el pecho, pero esta vez con más fuerza que nunca. Si, pensaba que lo tenía superado, pero sólo podía sentir el dolor y verle a él. Morí. Después de eso me puse a pensar en la noche vieja y llegué a una conclusión, ¡este año no tengo en quién pensar mientras me como las uvas! La única salida que se me ocurre es emborracharme, pero estoy segura de que seguirá viniendo a mi mente… Así que no tengo ni idea de lo que voy a hacer esta noche. Probablemente acabe tomando helado y cerveza, llorando a moco tendido viendo alguna peli romántica enredada en mi edredón. Y seguro que mi subconsciente me traiciona y estará esperando a que llamen al timbre y sea él* con un cartel en el que ponga “to me you are perfect”.

domingo, 27 de diciembre de 2009

Flashback

Ya estamos otra vez, basta una peli de amor para que me ponga a llorar como una imbécil. Casi siempre me prometo no volver a ver esta clase de películas mientras me llevo un pañuelo a la nariz, pero nunca lo cumplo. Enseguida encuentro otra película con un título prometedor o simplemente la televisión se pone en mi contra y cuando menos me lo espero me encuentro sumergida en otro cuento ficticio con final feliz. ¿Por qué habrá tantas y tantas películas americanas en las que chica y chico se conocen, uno de los dos se siente inferior al otro pero tras superar una serie de obstáculos al final siempre acaban juntos y felices? No lo entiendo. Diferentes guionistas, diferentes directores, productores, actores… y la misma historia. Y yo me pregunto… hay cientos de películas así, entonces, ¿en realidad pasan a diario historias de amor como las que cuentan o es el deseo de que se puedan hacer realidad? Desde luego, lo que puedo asegurar con certeza es que aunque hayas visto cientos, o millones de pelis de amor, tu propia historia no tiene por qué tener un final feliz, es más, probablemente no lo tenga.Mi intención no es quitarle la ilusión a nadie, todo lo contrario, yo creo que hay que tener esperanza e intentarlo con todas tus fuerzas hasta el último momento, pero si se acaba, se acaba. Puedes tener éxito o fracasar. Esto último es lo más duro, porque cuando pasa, te destroza. Sientes como si algo te estuviera comprimiendo el corazón, cada latido rebota en tu pecho con más fuerza que nunca, te cuesta respirar hondo y tienes que hacer grandes esfuerzos para no llorar, cosa que no es fácil porque tienes un nudo gigante en la garganta que te quiebra la voz cada vez que intentas hablar.Últimamente paso demasiado tiempo debajo del edredón intentado deshacer ese nudo, claro que creo que yo tengo algo de culpa y es que no sé si será mi parte masoquista o es que en realidad tengo un problema pero me empeño en recordar una y otra vez todos los momentos en los que estuvimos juntos.

¿Su nombre? Diego. ¿Mi historia? El típico drama americano.